04 noviembre 2010

clap your hands say yeah - the skin of my yellow country teeth

Son lejanos los días nublados cuando iba a buscarme a la universidad para matar la tarde haciendo cualquier cosa. son lejanos los días que no lo veo también.

A veces las personas pasan, pero hay cosas que quedan imperecederamente en la memoria, como una caminata desde pedro de valdivia hasta la bolsa en el centro. Pasando por paris londres. Puta que es feo el centro a veces, excepto Casa Central, excepto paris londres, excepto el Paseo Bulnes, excepto Casa Central de la Puc, excepto el puentecito del paseo Phillips, amo el centro, lo amo odio. Lo amo.

Antes podía perder tiempo, antes podía darme lujos de ese tipo, hoy siento que las cosas son distintas, y la procrastinación no es tan divertida cuando no tienes la presión de la inmediatez. Cuando habían pruebas era fácil, había que estudiar.

Antes todo era más fácil y no costaba caminar por el parque musitando

Once, the dogs have quit their barking
"son", my neighbor said to me.
"Know the emptiness of talking blue
the same old sheep"

pink floyd - money

(pensado en función del hincha ingenuo)

Partamos desde la honestidad brutal que desenmascara la realidad al hincha cojonudo y verdadero del futbol.

La nobleza se perdió.

¿Sabe desde cuándo? Desde que alguien creyó que era buena idea establecer Sociedades Anónimas deportivas sin tomar en cuenta los intereses que moverían las decisiones. El modelo pareció funcionar en un principio, y vi a muchos defendiéndolo: la gestión de recursos mejoró, se profesionalizó la dirigencia, etc. Muy bien, pero también tenemos que tragarnos el regaliz que significa que hoy las decisiones responden al interés de la Sociedad Anónima, no del club. ¿Qué club? A diferencia de los clubes de golf o de polo, donde para participar tienes que ser socio, decirse perteneciente a un club futbolístico (a.c.a. hincha) no requiere de mucha inversión. Basta parecer público simpatizante, quizás ir al estadio unas cuantas veces al año, comprar una camiseta oficial (cuando te alcanza la plata, si no la versión "alternativa" no te hace ver menos hincha, sólo más flaite, pero no menos hincha) y ya si el gusto lo amerita hacerse socio por módicas cuotas y un escaño asegurado para los partidos de local.

El ejercicio dominguero de ir a la cancha, la del barrio o la del equipo grande, era institucional de hace unos años atrás. Sin ser fan acerrimo del futbol recuerdo muchos domingos gastados en ello. Podría decirse que fueron buenos tiempos.

Pero eso acabó, porque se acabó la nobleza estimados.

¿Sabe desde cuándo? Desde que se dejaron de transmitir los partidos por televisión abierta porque con el auge de la televisión pagada el fútbol era una buena mercancía de transa, el cable paga más que el canal de todos, puede ser y la torta que queda es muy suculenta. Tan cremosa y llena de sabores que nadie sabe muy bien como repartirla. Como sacarle tajadas sin desarmarla y que les alcance a todos. Y claro, el hincha se siguió sintiendo hincha pero se ponía su camisea en la comodidad de su casa o del sucucho cercano con "CDFPremium-HOY-Colocolo-Uchile-16.00hrs" capeando el estadio con una cerveza. Como dice la publicidad: lo que gastaba cada domingo ahora lo gasta en el cable y es mucho más cómodo.



Ese hincha del que habló Bielsa anoche en su eterna, enredada pero lúcida conferencia de prensa no es cualquiera, no es el que hoy está tirando sus diatribas vía twitter, ni el que tiene un twiboon en su avatar, ni el que adhirió al grupo de facebook, no es el comentarista deportivo que sólo hace supega y la hace bien o mal, según, ni el que prende el televisor religiosamente los sábados y domingos en la tarde. Me atrevería a decir que ese hincha no existe, pero quizás sea muy apresurado y poco esperanzador decir eso, pero como se perdió la nobleza, uno ya no sabe que pensar.


El negocio de la comodidad gentilmente embalado en un pack color rojo y con esa impronta de lo exclusivo, lo premium, que lo diferencia al que lo posee del resto de los mortales que tienen el básico o ni eso aumentó las arcas desde otro flanco. Pero destruyó la comunión dominical. Podrían decir que fueron las barras bravas las que lo hicieron. Pero eso es mentira. Lo de un barrio seguro es uno donde los vecinos se conocen aplica perfectamente al mismo caso. Todos nos resguardamos, las gradas quedaron en manos de los delincuentes.


Y la torta creció, pero no la nobleza.

Una disputa tan pequeña al final de cuentas, ¿en qué momento perdimos la cordura?. Si no es más que un montón de sociedades de diversa índole eligiendo al presidente de su asociación gremial! ¿es eso un asunto de seguridad nacional, dada la cobertura mediática, las rasgaduras de vestimenta en nombre de la democracia y los procesos transparentes, la furia popular contenida de sentirse pasada a llevar?

Lo siento pero cuando firmaron el contrato inicuo, firmaron un par de cosas más que no vennían en la letra chica, y muy a mi pesar, nos da pánico, terror hablar de que hoy somos meros consumidores del producto fútbol porque aún mantenemos en la memoria la fantasía de infancia sobre las emociones que puede producir una pelota rodando.

Así, nos negamos al pragmatismo que implica asumir esta sociedad capitalista, y sin asumir la enfermedad no alejamos del remedio. Dejamos que intereses de toda índole se mezclaran en virtud del dinero y que eso es lo que mueve hoy a las cosas, incluyendo el futbol. Los clubes chicos se ven seducidos por las promesas de cambio porque justamente se sienten desilusionados de una dirigencia que no los ha tomado en cuenta. Eso pasa en todos lados, pero reformar el campeonato es una cuestión que está entre los pendientes de todo el mundo supongo, y patalear por el vaso medio vacío cuando hay un montón de otras cosas de las que enorgullecerse es quejarse de lleno. Cuando hasta el Presidente tiene intereses patrimoniales invertidos en lo que suceda hoy con el futuro de la dirigencia futbolística nacional e indirectamente se han involucrado cuestiones de política más allá de lo que lo estaban (porque tampoco se trata de ser cándidos y decir que algo así jamás había sucedido antes) y cada uno de los que se dicen hinchas engorda en la comodidad de sus sillones engulliendo grasa y partidos pagados, perdimos todo derecho a alegar desde la ética.

Y todo porque es desde ese momento, en que se ha perdido toda nobleza.

New car, caviar, four star daydream
Think I'll buy me a football team